Todo lo que sobra, todo lo que falta

A veces quisiera simplemente despertar y decirte que todo va a estar bien, que la aguja de tus días ya no pincha, que tu ausencia hizo las maletas y que Sole y yo aprendimos a hacer café solo para uno. Que tu silueta en el colchón se despidió hace meses y salto por la ventana cuando el otoño entró por la puerta, y el corazón que dibujaste en el espejo del baño se ha desvanecido. Las sábanas ya no preguntan por ti. Que hay fresas con chocolate en la nevera, junto al vino tinto que nunca se abrió (y que lleva al cuello dos runas)... Que las bodas ya no hacen mella más, que la casa de campaña ya no huele a hogar. Que ya no hace falta verte despertar, reír o jugar con mi cabello mojado por la lluvia o la ducha. Ni tus besos en mi mejilla a mitad de la madrugada. Ya no hacen falta tus manos frías para calentar está habitación. Ya no hace falta nada aquí, en este vacío, todo se ha ido. Solo faltas tu...

Aquí, solo faltas tu...


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